1 Quieres conocer a venezuela? pero te cuento su lado oscuro? Dom Sep 30, 2012 3:02 pm
Shurin
Admin
Bueno yo vivo en venezuela
Y miren todas las leyendas que tenemos
Puro leyendas antiguas espelunsnantes
Comienzo en el post con una serie de leyendas que forman parte de nuestra literatura Venezolana, pasando de generación en generación y causando las mismas impresiones que, quizás alguna vez tuvieron nuestros abuelos, cuentos espeluznantes como los que leeran a continuacion
La Sayona
Es un fantasma con la figura de una mujer elegante ,alta y muy hermosa de larga cabellera. Le dicen La Sayona porque se cubre con una túnica o saya larga. Esta aparición viene asustando a los trasnochados desde el siglo XIX y dicen que se aparece a los bebedores, trasnochadores y adúlteros. Deja que la admiren pero cuando tratan de enamorarla, ella entonces sonríe, mostrando unos colmillos largos y puntiagudos y luego desaparece, dejando aterrorizados a los pobres pecadores.
Considerada como una señal castigadora de los hombres infieles.
La Sayona es un relato originario de los llanos Venezolanos y data de la época colonial. Se trata de la historia de una mujer muy celosa que mató a su marido y su mamá, pensando que éstos tenían un romance.
Su mamá, en la agonía de muerte, la maldijo diciéndole: “Sayona serás para siempre y en nombre de Dios, que así sea”. Desde ese entonces vaga sin descanso ni paz, persiguiendo a los hombres infieles para conquistarlos y luego matarlos.
Entre las muchas historias que se cuentan en los llanos venezolanos se encuentra la siguiente:
Una noche un hombre se escapó para encontrarse con su amante, en medio del camino se sorprendió al ver que ella venía a su encuentro, aunque le extrañaba su caminar tambaleante. Corrió detrás de ella, pero al llegar a su casa la mujer siguió de largo.
El hombre desconcertado le dijo: Pero bueno, ¿Qué pasa? Cuando volteó, se encontró con una mujer blanca con cara de muerte, dientes afilados como hachas y unas enormes uñas como garras. Salió corriendo hacia su casa y el ánima lo persiguió con los brazos abiertos para estrecharlo.
El hombre logró escapar y al llegar a su casa, se encontró con su suegra despierta, quien al verlo tan agitado le preguntó:
Mijo ¿Y a ti qué te pasó?
¡Qué buen susto me llevé! Salí un momentico a orinar y me salió esa mujer…
¡Ay mijito, tú como que le estás montando los cuernos a mi hija! Déjese de eso, yo que se lo digo…
El hombre asegura que tras esa experiencia no le quedaron mas ganas de volver a engañar a su mujer.
Por lo tanto, es mejor que aquellos hombres que disfrutan engañando a su pareja, se lo piensen bien antes que se le aparezca LA SAYONA que tiene la particularidad de desdoblarse, es decir, puede aparecer como un perro o un lobo.
El Silbón
Se cuenta en los llanos Venezolanos que hace tiempo un joven asesinó a sus padres. Por este crimen atroz está condenado por siempre a cargar un saco con los huesos de sus progenitores y a asustar a la gente silbando una serie de notas características y haciendo sonar los huesos. Nunca se sabe dónde está porque, si su silbido se oye lejos es porque El Silbón está muy cerca y si se oye cerca, el fantasma ya está lejos. Algunos dicen que aquél que escucha el silbido, está oyendo el anuncio de su propia muerte. La narrativa dice que es un hombre alto y delgado que mide como seis metros.
La descripción que presentan quienes lo han visto y escuchado; dicen que es la de un hombre desproporcionado, muy alto, que camina sobresaliendo por encima de la copa de los árboles emite un silbido espeluznante y lleva un costal lleno de huesos que los hace sonar como una matraca de Semana Santa.
La leyenda dice que el Silbón es el ánima en pena de un hijo que mató al papá y le comió la asadura (o sea el hígado, el corazón y el bofe). El muchacho fue criado toñeco (mimado), no respetaba a nadie. Un día le dijo a su padre que quería comer vísceras de venado. Su padre se fue de cacería para complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto, el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mato, le sacó las vísceras y se las llevó a su madre para que las cocinara. Como no se ablandaban, la madre sospechó que eran las "asaduras" de su marido. Preguntándole al muchacho, este confesó la verdad.
De inmediato lo maldijo "pa' to' la vida". Su hermano Juan lo persiguió con un "mandador", le sonó una tapara de ají y le azuzó el perro "tureco" que hasta el fin del mundo lo persigue y le muerde los talones.
En los llanos orientales de Colombia se conoce como el silbador; se dice que es el espanto sin rumbo de un alma en pena de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado y busca la compañía de alguien que cabalgue a deshoras de la noche por los senderos de esta llanura.
Otros dicen, que persigue a las mujeres en estado de embarazo; este silbador emite un silbido largo y agudo que penetra por los oídos y al mismo tiempo se siente un frío intenso que congela a las personas. Hay la creencia de que cuando silba bien agudo es una mujer que se va a morir; pero si por el contrario el silbido es grueso, es un hombre o un amigo el que muere.
Amalivaca y la Creación del Mundo
En la mitología indígena, Amalivaca fue el creador de la humanidad, del río Orinoco y del viento. En principio hizo a los hombres inmortales pero en castigo a su faltas, los volvió mortales. Se dice que hace muchos años atrás hubo una gran inundación. Amalivaca salió entonces en una canoa a recorrer el mundo y junto con su hermano Vochi fueron reparando los daños del diluvio, después del cual solo había quedado una pareja de humanos vivos. Ellos se fueron a una gran montaña llevando semillas de palma moriche y desde allí las dispersaron lanzándolas hacia el mundo. De estas semillas nacieron los hombres y las mujeres que pueblan el planeta.
Guaraira Repano
La ciudad de Caracas está enclavada en un hermoso valle al pie de la montaña de El Ávila. En tiempos precolombinos recibía el nombre de Guaraira Repano, que significa algo así como: "la ola que vino de lejos". Los indígenas de la zona contaron que en tiempos antiguos no existía la montaña y que desde el valle se podía ver el mar. Pero un día las tribus ofendieron a la gran diosa del mar y ésta quiso acabar con todo el pueblo. Entonces levantó una gran ola, la más alta que se había visto; toda la gente se arrodilló e imploró perdón a la diosa y, justo cuando la ola iba a caer sobre ellos, la diosa se compadeció y convirtió la ola en la gran montaña que hoy existe.
Florentino, el que cantó con el diablo.
Florentino era el mejor jinete y coplero de los llanos. Una noche, cabalgando solo por la llanura para asistir a un joropo en un pueblo cercano, notó que de lejos lo seguía otro hombre todo vestido de negro que parecía ir a la misma fiesta.
Cuando comenzó el joropo y Florentino se preparó a cantar, el extraño invitado lo desafió a contrapuntear con él. Florentino aceptó y a medida que se cruzaban las coplas, se dio cuenta de que su adversario era el Diablo y que si perdía en el contrapunteo, perdería su alma. Pero su habilidad como improvisador y su fé mantuvieron al Diablo ocupado cantando toda la noche sin que Florentino se rindiera ni equivocara una rima. Al salir el sol, el Diablo tuvo que desaparecer completamente derrotado. Alberto Arvelo Torrealba escribió un poema monumental narrando el contrapunteo entre Florentino y el Diablo.
La confrontación entre Florentino, el más famoso de los cantadores llaneros, y el Diablo, se desarrolla en varias escenas. La primera de ellas corresponde al Reto; en ella, en algún paraje desolado del verano llanero, El Diablo se cruza con Florentino, caballeros ambos, y lo desafía a un contrapunteo en lugar y oportunidad allí señalados.
La segunda nos representa a Florentino en el sitio convenido, cantando y a la espera del retador, quien no tarda en presentarse. De esta manera se inicia de inmediato el contrapunteo tramado con bandola o arpa, cuatro y maracas, al final del cual, El Diablo es derrotado. Algunos dicen que por la salida del sol; otros, por el conjuro de los santos, pero el hecho es que desaparece. La leyenda que recorre los llanos sugiere que, luego del encuentro, Florentino nunca más volvió a cantar.
Para algunos investigadores e historiadores, no es casual que Alberto Arvelo Torrealba haya decidido dar vida a estos personajes en Santa Inés, escenario clave en la historia de Venezuela ya que es el mismo lugar donde el general Ezequiel Zamora ganó la batalla contra el ejército centralista que defendía a la oligarquía venezolana. Santa Inés, lugar donde «El Catire», Florentino, retó a Satanás y salió airoso.
La leyenda de Florentino y el Diablo también fue revivida por Rómulo Gallegos en su novela Cantaclaro. «Florentino, el catire quitapesares, era el mejor de los copleros. Infaltable en todos los joropos y fiestas del Llano, nadie podía derrotarlo en sus contrapunteos. El propio Diablo, envidioso de los triunfos de Florentino, decidió retarlo a un duelo de coplas», escribió Gallegos.
María Lionza
Según la leyenda, Maria Lionza (Yara) fue una doncella Nívar, hija encantada de un poderoso cacique de Nirgua. El Chamán de la aldea había predicho que cuando naciera una niña de ojos extraños, ojos color verde agua, había que sacrificarla y ofrendarla al Dueño de Agua, al Gran Anaconda por que si no vendría la ruina perpetúa y la extinción de los Nívar. Pero su padre fue incapaz de hacerlo. Y escondió a la niña en una cueva de la montaña, con 22 guerreros que la vigilaban e impedían su salida. Ella tenía prohibido verse en los espejos de agua. Pero un día una fuerza misteriosa adormeció a los guardianes y la bella joven salio de la cueva y camino hasta el lago, descubriendo su propio reflejo en el agua. Ella estaba encantada con su visión. Así despertó al Dueño de Agua al Gran Anaconda, quien emergió de las profundidades, enamorándose de ella y atrayéndola hacia si. En el lago Maria Lionza y la poderosa serpiente celebraron una comunión espiritual y mística. cuando su padre descubrió la unión, intento separarlos. Entonces la Anaconda creció se hizo enorme y estallo provocando una gran inundación que arrasó con la aldea y su gente. Desde ese día Maria Lionza se volvió la Diosa protectora y dueña de las lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza, animales silvestres y reina del amor. El mito de Yara sobrevivió a la conquista española, aunque sufrió algunas modificaciones. En este sentido, Yara fue cubierta por la religión católica con el manto de la virgen cristiana y tomó el nombre de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar. Sin embargo, con el paso del tiempo, sería conocida como María de la Onza, o sea, María Lionza.
El culto a María Lionza cobró una gran fuerza en la década 50 del siglo XX, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien mandó que se erigiera en el año de 1953 en la autopista del este, cerca de la entrada de la Universidad Central de Venezuela, una estatua de ella montada en una danta, obra del escultor Alejandro Colina, la cual se desplomo a causa de falta de mantenimiento, siendo sustituida por una replica, mientras la verdadera esta siendo reparada por la UCV.
La imagen de María Lionza es la de una dama vestida con un manto azul, con plumas de colores y joyas; sentada en enormes serpientes. Cuando se pasea por la selva de Nirgua o Chivacoa, marcha en una danta, que es invulnerable a todas las armas y oraciones cristianas. Tiene la facultad de petrificar a los tacaños, a los ladrones y bandidos.
Diosa de la montaña de Sorte, en Yaracuy. Es conocida también como “La Reina”. Hay muchas versiones de su origen pero la más aceptada es que era de la etnia caquetía, hija mestiza de un cacique. Como nació con ojos claros, lo cual se consideraba mal presagio, su padre la escondió en una cueva de la montaña. La visitaba a diario para alimentarla y un día vio una danta (tapir) que le llevaba frutos silvestres a la niña y la llevaba en su lomo.
La niña creció con el nombre de María y la gente la visitaba buscando curación para sus enfermedades porque conocía los poderes de las plantas. Se le veía por la selva cabalgando sobre la danta y esta imagen creció en la fe popular, convirtiéndose en una deidad protectora de los bosques y sanadora de las personas. Se le llamó María La Onza porque también la acompañaba una onza o puma.
Actualmente es objeto de culto en la montaña de Sorte, Estado Yaracuy, convertido en santuario por los adeptos.
EL Reloj de Guigue (GÜIGÜE)
En la Plaza Ávila de la población de Güigüe, perteneciente al municipio Carlos Arvelo en el Estado Carabobo se encuentra un antiguo reloj, genuino y auténtico monumento, como los relojes públicos de Caracas, traídos durante los gobiernos del General Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo.
Este reloj de Güigüe era utilizado para medir el tiempo a las personas que recogían café de la producción sureña de Copetón, Santa Efigenia, Altamira y las Palmas. Muchos lugares aseguran que este reloj fue testigo de las vivencias de Don Antonio Pimentel y el General Juan Vicente Gómez, durante sus estadía en la Hacienda el Trompillo, una de sus tantas propiedades; al morir el General Gómez, el reloj fue trasladado a la plaza Ávila de Güigüe totalmente descompuesto, allí fue reparado y marcaba las horas parroquiales del pueblo; hay quienes dicen que la persona que lo reparó murió a los pocos días, luego un hombre de origen italiano de nombre Salvador Consoli, fue operario de dicho reloj y cuando abandonó este oficio y se marchó para su tierra natal, a los pocos días dejó de existir, después un señor de nombre Andrés Mijares, a quien llamaban “Chipia” murió luego de reparar el reloj. El casó más reciente de los operarios del reloj fue el conocido maestro de esa localidad, Juan Lorenzo, quien se atrevió a poner a funcionar el reloj y al poco tiempo murió en Valencia.
Desde entonces se corrió la leyenda en toda la región central de Venezuela, de que quien repare “El Reloj de Güigüe”, que prepare el testamento porque le quedan pocas horas de vida.
Leyenda de Quirpa
“Jose Antonio Oquendo”
A mediados del siglo XIX, cuando cesaron un poco las revoluciones del país, como la Guerra Federal, la Revolución de Azul o la Guerra del 92, aprovechaban los comerciantes de la época para trasladarse por los difíciles caminos que venían ó Iván, desde los llanos orientales ó centrales a vender sus mercancías y a comercializar el ganado, siendo el único medio de transporte los burros, bueyes y mulas que conformaban los arreos, y por supuesto el caballo, animal importante y primordial del llanero parra arrear las madrinas de ganado que serían vendidas a las tropas del gobierno y exponiéndose al peligro de los asaltadores de caminos, los cuales asesinaban para robar el ganado y así satisfacer el hambre de sus tropas de forajidos, diezmados por la guerra.
Uno de estos tantos comerciantes, fue JOSÉ ANTONIO OQUENDO, al que apodaban “QUIRPA”, llanero de a caballo, buen ganadero de soga en mano y a píe, cantador recio de la sabana, buen coplero, buen contrapunteador, su voz era reconocida en cada uno de los pueblos y rincones mas apartados de la inmensidad del llano. Con certeza no se sabe su lugar de origen, algunos decían que era de Apurito, Palmarito ó Guasdualito, lo cierto es que era hijo de la inmensa tierra llanera.
Siempre le acompañaba su amigo y compañero de faena y parranda, “EL Guitarrero”,y junto a ellos no faltaba la mula, la cual llevaba sobre su lomo, “la camoruca” ó arpa llanera, instrumento musical, el cual “QUIRPA”, ejecutaba magistralmente, convirtiéndose en el coplero que se auto-acompañaba, con su grito de guerra: “...llego “QUIRPA”, el arpista y buen coplero. Vamos a ver quien responde, acompáñame guitarrero” . y así se prendía la fiesta, donde se divertía la gente en tarantines y pulperías, entre palos de aguardiente y el relancino contrapunteo.
En uno de estos viajes, José Antonio Oquendo, “QUIRPA”, venía hacia Caracas, con una madrina de ganado llegando a San Sebastián, le comento a su “GUITARRERO”: “...mire compa ya vamos llegando a San Sebastián, dejamos allí los peones que cuiden el ganaó y usted y yo nos ajilamos un poquito más arriba, y nos llegamos a Güiripa pueblo fresco y de mujeres bonitas, yo tengo muy “guenas” relaciones con esa gente, y vamos a parrandeá tó la noche, y “jembra” que se me alebreste, me la llevo en los cachos...”
Fue así como ”EL Guitarrero” preparo la mula con el arpa, en un saco metió unas garrafas de ron, su “porsiacaso” con queso, casabe y papelón, limpió y afino su guitarra (cuatro) y emprendieron el viaje hacia Güiripa.
Ya “QUIRPA”, era conocido ampliamente en el pueblo, su fama había llegado hasta Güiripa, y en una sola voz se oían a los lugareños: “...epa cuñaó a pararse que llego Quirpa..” Es así como uno a uno, los moradores se fueron preparando para el gran parrando, llegaron hasta las orillas del río, donde se prendió la gran fogata, y las treinta y dos cuerdas del arpa, ejecutadas por “Quirpa” y acompañado por el guitarrero; arrancaron con una “guacharaca”, la cual puso en calor a hombres y mujeres que al compás del zapateo, comenzaban la gran fiesta.
A medida que las horas pasaban, el parrando tomaba más color, y bajo los efectos del alcohol, “Quirpa” y “El Guitarrero” no dejaban de tocar, lanzando coplas tras coplas en recios contrapunteos, entre “Quirpa” y los cantadores de la zona, los cuales uno a uno caían vencidos por los versos “mata copleros” que con destreza “Quirpa” les refutaba. Bajo el fragor del baile, cuentan, que “Quirpa” puso los ojos en una morena despampanante que también le correspondía, haciéndole “ojitos”. “Quirpa” inspirado por la belleza de esta mujer, se olvido de sus contrarios, y comenzó a galantear con sus versos a la fémina, destacando todos los atributos que a ella adornaban; pero, como siempre hay un “pero”, la mujer tenía “dueño”, y su “dueño” también era coplero, y así salió retando a “Quirpa” improvisándole versos fuertes u ofensivos, los cuales a “Quirpa” no le hicieron mella y le replicaba en forma tan relancina, ridiculizándolo, viéndose ya perdido y muerto de rabia por los celos y la impotencia por no lograr su objetivo contra “Quirpa”, el marido celoso, dicen, lanzo este verso: “... si has llegado a estos lares, viniendo desde tan lejos, ya se te acabo el carburo, tu eres un pobre pendejo y que se sepa en Caracas también en el mundo entero que aquí en Güiripa señores, no quieren a los llaneros..”, he inmediatamente dando un salto felino, puñal en mano, de un solo tajo corto las 32 cuerdas del arpa que con maestría tocaba “Quirpa”, y es así como se prende el berenjenal, “Quirpa” como buen llanero, se enfrento a puño limpio contra quien ozó dañar su arpa, en medio de la trifulca “Quirpa” recibe certera puñalada, que le quita la vida en el acto. El Guitarrero en defensa de su patrón y compañero de parranda sale en su defensa, pero también es herido, dicen, recibió hasta dieciséis puñaladas, salvando la vida de puro milagro.
Cuentan, que después de la escaramuza, todo quedó en silencio, y en medio de la semioscuridad, solo se destacaban dos cuerpos tendidos sobre la tierra, el de “QUIRPA” y “EL GUITARRERO”, y la sangre que fluía de las heridas, llegaba hasta el río, tiñendo las aguas de rojo, los cuales serpenteaban corriente abajo, siguiendo su propio cause.
Y miren todas las leyendas que tenemos
Puro leyendas antiguas espelunsnantes
Comienzo en el post con una serie de leyendas que forman parte de nuestra literatura Venezolana, pasando de generación en generación y causando las mismas impresiones que, quizás alguna vez tuvieron nuestros abuelos, cuentos espeluznantes como los que leeran a continuacion
La Sayona
Es un fantasma con la figura de una mujer elegante ,alta y muy hermosa de larga cabellera. Le dicen La Sayona porque se cubre con una túnica o saya larga. Esta aparición viene asustando a los trasnochados desde el siglo XIX y dicen que se aparece a los bebedores, trasnochadores y adúlteros. Deja que la admiren pero cuando tratan de enamorarla, ella entonces sonríe, mostrando unos colmillos largos y puntiagudos y luego desaparece, dejando aterrorizados a los pobres pecadores.
Considerada como una señal castigadora de los hombres infieles.
La Sayona es un relato originario de los llanos Venezolanos y data de la época colonial. Se trata de la historia de una mujer muy celosa que mató a su marido y su mamá, pensando que éstos tenían un romance.
Su mamá, en la agonía de muerte, la maldijo diciéndole: “Sayona serás para siempre y en nombre de Dios, que así sea”. Desde ese entonces vaga sin descanso ni paz, persiguiendo a los hombres infieles para conquistarlos y luego matarlos.
Entre las muchas historias que se cuentan en los llanos venezolanos se encuentra la siguiente:
Una noche un hombre se escapó para encontrarse con su amante, en medio del camino se sorprendió al ver que ella venía a su encuentro, aunque le extrañaba su caminar tambaleante. Corrió detrás de ella, pero al llegar a su casa la mujer siguió de largo.
El hombre desconcertado le dijo: Pero bueno, ¿Qué pasa? Cuando volteó, se encontró con una mujer blanca con cara de muerte, dientes afilados como hachas y unas enormes uñas como garras. Salió corriendo hacia su casa y el ánima lo persiguió con los brazos abiertos para estrecharlo.
El hombre logró escapar y al llegar a su casa, se encontró con su suegra despierta, quien al verlo tan agitado le preguntó:
Mijo ¿Y a ti qué te pasó?
¡Qué buen susto me llevé! Salí un momentico a orinar y me salió esa mujer…
¡Ay mijito, tú como que le estás montando los cuernos a mi hija! Déjese de eso, yo que se lo digo…
El hombre asegura que tras esa experiencia no le quedaron mas ganas de volver a engañar a su mujer.
Por lo tanto, es mejor que aquellos hombres que disfrutan engañando a su pareja, se lo piensen bien antes que se le aparezca LA SAYONA que tiene la particularidad de desdoblarse, es decir, puede aparecer como un perro o un lobo.
El Silbón
Se cuenta en los llanos Venezolanos que hace tiempo un joven asesinó a sus padres. Por este crimen atroz está condenado por siempre a cargar un saco con los huesos de sus progenitores y a asustar a la gente silbando una serie de notas características y haciendo sonar los huesos. Nunca se sabe dónde está porque, si su silbido se oye lejos es porque El Silbón está muy cerca y si se oye cerca, el fantasma ya está lejos. Algunos dicen que aquél que escucha el silbido, está oyendo el anuncio de su propia muerte. La narrativa dice que es un hombre alto y delgado que mide como seis metros.
La descripción que presentan quienes lo han visto y escuchado; dicen que es la de un hombre desproporcionado, muy alto, que camina sobresaliendo por encima de la copa de los árboles emite un silbido espeluznante y lleva un costal lleno de huesos que los hace sonar como una matraca de Semana Santa.
La leyenda dice que el Silbón es el ánima en pena de un hijo que mató al papá y le comió la asadura (o sea el hígado, el corazón y el bofe). El muchacho fue criado toñeco (mimado), no respetaba a nadie. Un día le dijo a su padre que quería comer vísceras de venado. Su padre se fue de cacería para complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto, el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mato, le sacó las vísceras y se las llevó a su madre para que las cocinara. Como no se ablandaban, la madre sospechó que eran las "asaduras" de su marido. Preguntándole al muchacho, este confesó la verdad.
De inmediato lo maldijo "pa' to' la vida". Su hermano Juan lo persiguió con un "mandador", le sonó una tapara de ají y le azuzó el perro "tureco" que hasta el fin del mundo lo persigue y le muerde los talones.
En los llanos orientales de Colombia se conoce como el silbador; se dice que es el espanto sin rumbo de un alma en pena de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado y busca la compañía de alguien que cabalgue a deshoras de la noche por los senderos de esta llanura.
Otros dicen, que persigue a las mujeres en estado de embarazo; este silbador emite un silbido largo y agudo que penetra por los oídos y al mismo tiempo se siente un frío intenso que congela a las personas. Hay la creencia de que cuando silba bien agudo es una mujer que se va a morir; pero si por el contrario el silbido es grueso, es un hombre o un amigo el que muere.
Amalivaca y la Creación del Mundo
En la mitología indígena, Amalivaca fue el creador de la humanidad, del río Orinoco y del viento. En principio hizo a los hombres inmortales pero en castigo a su faltas, los volvió mortales. Se dice que hace muchos años atrás hubo una gran inundación. Amalivaca salió entonces en una canoa a recorrer el mundo y junto con su hermano Vochi fueron reparando los daños del diluvio, después del cual solo había quedado una pareja de humanos vivos. Ellos se fueron a una gran montaña llevando semillas de palma moriche y desde allí las dispersaron lanzándolas hacia el mundo. De estas semillas nacieron los hombres y las mujeres que pueblan el planeta.
Guaraira Repano
La ciudad de Caracas está enclavada en un hermoso valle al pie de la montaña de El Ávila. En tiempos precolombinos recibía el nombre de Guaraira Repano, que significa algo así como: "la ola que vino de lejos". Los indígenas de la zona contaron que en tiempos antiguos no existía la montaña y que desde el valle se podía ver el mar. Pero un día las tribus ofendieron a la gran diosa del mar y ésta quiso acabar con todo el pueblo. Entonces levantó una gran ola, la más alta que se había visto; toda la gente se arrodilló e imploró perdón a la diosa y, justo cuando la ola iba a caer sobre ellos, la diosa se compadeció y convirtió la ola en la gran montaña que hoy existe.
Florentino, el que cantó con el diablo.
Florentino era el mejor jinete y coplero de los llanos. Una noche, cabalgando solo por la llanura para asistir a un joropo en un pueblo cercano, notó que de lejos lo seguía otro hombre todo vestido de negro que parecía ir a la misma fiesta.
Cuando comenzó el joropo y Florentino se preparó a cantar, el extraño invitado lo desafió a contrapuntear con él. Florentino aceptó y a medida que se cruzaban las coplas, se dio cuenta de que su adversario era el Diablo y que si perdía en el contrapunteo, perdería su alma. Pero su habilidad como improvisador y su fé mantuvieron al Diablo ocupado cantando toda la noche sin que Florentino se rindiera ni equivocara una rima. Al salir el sol, el Diablo tuvo que desaparecer completamente derrotado. Alberto Arvelo Torrealba escribió un poema monumental narrando el contrapunteo entre Florentino y el Diablo.
La confrontación entre Florentino, el más famoso de los cantadores llaneros, y el Diablo, se desarrolla en varias escenas. La primera de ellas corresponde al Reto; en ella, en algún paraje desolado del verano llanero, El Diablo se cruza con Florentino, caballeros ambos, y lo desafía a un contrapunteo en lugar y oportunidad allí señalados.
La segunda nos representa a Florentino en el sitio convenido, cantando y a la espera del retador, quien no tarda en presentarse. De esta manera se inicia de inmediato el contrapunteo tramado con bandola o arpa, cuatro y maracas, al final del cual, El Diablo es derrotado. Algunos dicen que por la salida del sol; otros, por el conjuro de los santos, pero el hecho es que desaparece. La leyenda que recorre los llanos sugiere que, luego del encuentro, Florentino nunca más volvió a cantar.
Para algunos investigadores e historiadores, no es casual que Alberto Arvelo Torrealba haya decidido dar vida a estos personajes en Santa Inés, escenario clave en la historia de Venezuela ya que es el mismo lugar donde el general Ezequiel Zamora ganó la batalla contra el ejército centralista que defendía a la oligarquía venezolana. Santa Inés, lugar donde «El Catire», Florentino, retó a Satanás y salió airoso.
La leyenda de Florentino y el Diablo también fue revivida por Rómulo Gallegos en su novela Cantaclaro. «Florentino, el catire quitapesares, era el mejor de los copleros. Infaltable en todos los joropos y fiestas del Llano, nadie podía derrotarlo en sus contrapunteos. El propio Diablo, envidioso de los triunfos de Florentino, decidió retarlo a un duelo de coplas», escribió Gallegos.
María Lionza
Según la leyenda, Maria Lionza (Yara) fue una doncella Nívar, hija encantada de un poderoso cacique de Nirgua. El Chamán de la aldea había predicho que cuando naciera una niña de ojos extraños, ojos color verde agua, había que sacrificarla y ofrendarla al Dueño de Agua, al Gran Anaconda por que si no vendría la ruina perpetúa y la extinción de los Nívar. Pero su padre fue incapaz de hacerlo. Y escondió a la niña en una cueva de la montaña, con 22 guerreros que la vigilaban e impedían su salida. Ella tenía prohibido verse en los espejos de agua. Pero un día una fuerza misteriosa adormeció a los guardianes y la bella joven salio de la cueva y camino hasta el lago, descubriendo su propio reflejo en el agua. Ella estaba encantada con su visión. Así despertó al Dueño de Agua al Gran Anaconda, quien emergió de las profundidades, enamorándose de ella y atrayéndola hacia si. En el lago Maria Lionza y la poderosa serpiente celebraron una comunión espiritual y mística. cuando su padre descubrió la unión, intento separarlos. Entonces la Anaconda creció se hizo enorme y estallo provocando una gran inundación que arrasó con la aldea y su gente. Desde ese día Maria Lionza se volvió la Diosa protectora y dueña de las lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza, animales silvestres y reina del amor. El mito de Yara sobrevivió a la conquista española, aunque sufrió algunas modificaciones. En este sentido, Yara fue cubierta por la religión católica con el manto de la virgen cristiana y tomó el nombre de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar. Sin embargo, con el paso del tiempo, sería conocida como María de la Onza, o sea, María Lionza.
El culto a María Lionza cobró una gran fuerza en la década 50 del siglo XX, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien mandó que se erigiera en el año de 1953 en la autopista del este, cerca de la entrada de la Universidad Central de Venezuela, una estatua de ella montada en una danta, obra del escultor Alejandro Colina, la cual se desplomo a causa de falta de mantenimiento, siendo sustituida por una replica, mientras la verdadera esta siendo reparada por la UCV.
La imagen de María Lionza es la de una dama vestida con un manto azul, con plumas de colores y joyas; sentada en enormes serpientes. Cuando se pasea por la selva de Nirgua o Chivacoa, marcha en una danta, que es invulnerable a todas las armas y oraciones cristianas. Tiene la facultad de petrificar a los tacaños, a los ladrones y bandidos.
Diosa de la montaña de Sorte, en Yaracuy. Es conocida también como “La Reina”. Hay muchas versiones de su origen pero la más aceptada es que era de la etnia caquetía, hija mestiza de un cacique. Como nació con ojos claros, lo cual se consideraba mal presagio, su padre la escondió en una cueva de la montaña. La visitaba a diario para alimentarla y un día vio una danta (tapir) que le llevaba frutos silvestres a la niña y la llevaba en su lomo.
La niña creció con el nombre de María y la gente la visitaba buscando curación para sus enfermedades porque conocía los poderes de las plantas. Se le veía por la selva cabalgando sobre la danta y esta imagen creció en la fe popular, convirtiéndose en una deidad protectora de los bosques y sanadora de las personas. Se le llamó María La Onza porque también la acompañaba una onza o puma.
Actualmente es objeto de culto en la montaña de Sorte, Estado Yaracuy, convertido en santuario por los adeptos.
EL Reloj de Guigue (GÜIGÜE)
En la Plaza Ávila de la población de Güigüe, perteneciente al municipio Carlos Arvelo en el Estado Carabobo se encuentra un antiguo reloj, genuino y auténtico monumento, como los relojes públicos de Caracas, traídos durante los gobiernos del General Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo.
Este reloj de Güigüe era utilizado para medir el tiempo a las personas que recogían café de la producción sureña de Copetón, Santa Efigenia, Altamira y las Palmas. Muchos lugares aseguran que este reloj fue testigo de las vivencias de Don Antonio Pimentel y el General Juan Vicente Gómez, durante sus estadía en la Hacienda el Trompillo, una de sus tantas propiedades; al morir el General Gómez, el reloj fue trasladado a la plaza Ávila de Güigüe totalmente descompuesto, allí fue reparado y marcaba las horas parroquiales del pueblo; hay quienes dicen que la persona que lo reparó murió a los pocos días, luego un hombre de origen italiano de nombre Salvador Consoli, fue operario de dicho reloj y cuando abandonó este oficio y se marchó para su tierra natal, a los pocos días dejó de existir, después un señor de nombre Andrés Mijares, a quien llamaban “Chipia” murió luego de reparar el reloj. El casó más reciente de los operarios del reloj fue el conocido maestro de esa localidad, Juan Lorenzo, quien se atrevió a poner a funcionar el reloj y al poco tiempo murió en Valencia.
Desde entonces se corrió la leyenda en toda la región central de Venezuela, de que quien repare “El Reloj de Güigüe”, que prepare el testamento porque le quedan pocas horas de vida.
Leyenda de Quirpa
“Jose Antonio Oquendo”
A mediados del siglo XIX, cuando cesaron un poco las revoluciones del país, como la Guerra Federal, la Revolución de Azul o la Guerra del 92, aprovechaban los comerciantes de la época para trasladarse por los difíciles caminos que venían ó Iván, desde los llanos orientales ó centrales a vender sus mercancías y a comercializar el ganado, siendo el único medio de transporte los burros, bueyes y mulas que conformaban los arreos, y por supuesto el caballo, animal importante y primordial del llanero parra arrear las madrinas de ganado que serían vendidas a las tropas del gobierno y exponiéndose al peligro de los asaltadores de caminos, los cuales asesinaban para robar el ganado y así satisfacer el hambre de sus tropas de forajidos, diezmados por la guerra.
Uno de estos tantos comerciantes, fue JOSÉ ANTONIO OQUENDO, al que apodaban “QUIRPA”, llanero de a caballo, buen ganadero de soga en mano y a píe, cantador recio de la sabana, buen coplero, buen contrapunteador, su voz era reconocida en cada uno de los pueblos y rincones mas apartados de la inmensidad del llano. Con certeza no se sabe su lugar de origen, algunos decían que era de Apurito, Palmarito ó Guasdualito, lo cierto es que era hijo de la inmensa tierra llanera.
Siempre le acompañaba su amigo y compañero de faena y parranda, “EL Guitarrero”,y junto a ellos no faltaba la mula, la cual llevaba sobre su lomo, “la camoruca” ó arpa llanera, instrumento musical, el cual “QUIRPA”, ejecutaba magistralmente, convirtiéndose en el coplero que se auto-acompañaba, con su grito de guerra: “...llego “QUIRPA”, el arpista y buen coplero. Vamos a ver quien responde, acompáñame guitarrero” . y así se prendía la fiesta, donde se divertía la gente en tarantines y pulperías, entre palos de aguardiente y el relancino contrapunteo.
En uno de estos viajes, José Antonio Oquendo, “QUIRPA”, venía hacia Caracas, con una madrina de ganado llegando a San Sebastián, le comento a su “GUITARRERO”: “...mire compa ya vamos llegando a San Sebastián, dejamos allí los peones que cuiden el ganaó y usted y yo nos ajilamos un poquito más arriba, y nos llegamos a Güiripa pueblo fresco y de mujeres bonitas, yo tengo muy “guenas” relaciones con esa gente, y vamos a parrandeá tó la noche, y “jembra” que se me alebreste, me la llevo en los cachos...”
Fue así como ”EL Guitarrero” preparo la mula con el arpa, en un saco metió unas garrafas de ron, su “porsiacaso” con queso, casabe y papelón, limpió y afino su guitarra (cuatro) y emprendieron el viaje hacia Güiripa.
Ya “QUIRPA”, era conocido ampliamente en el pueblo, su fama había llegado hasta Güiripa, y en una sola voz se oían a los lugareños: “...epa cuñaó a pararse que llego Quirpa..” Es así como uno a uno, los moradores se fueron preparando para el gran parrando, llegaron hasta las orillas del río, donde se prendió la gran fogata, y las treinta y dos cuerdas del arpa, ejecutadas por “Quirpa” y acompañado por el guitarrero; arrancaron con una “guacharaca”, la cual puso en calor a hombres y mujeres que al compás del zapateo, comenzaban la gran fiesta.
A medida que las horas pasaban, el parrando tomaba más color, y bajo los efectos del alcohol, “Quirpa” y “El Guitarrero” no dejaban de tocar, lanzando coplas tras coplas en recios contrapunteos, entre “Quirpa” y los cantadores de la zona, los cuales uno a uno caían vencidos por los versos “mata copleros” que con destreza “Quirpa” les refutaba. Bajo el fragor del baile, cuentan, que “Quirpa” puso los ojos en una morena despampanante que también le correspondía, haciéndole “ojitos”. “Quirpa” inspirado por la belleza de esta mujer, se olvido de sus contrarios, y comenzó a galantear con sus versos a la fémina, destacando todos los atributos que a ella adornaban; pero, como siempre hay un “pero”, la mujer tenía “dueño”, y su “dueño” también era coplero, y así salió retando a “Quirpa” improvisándole versos fuertes u ofensivos, los cuales a “Quirpa” no le hicieron mella y le replicaba en forma tan relancina, ridiculizándolo, viéndose ya perdido y muerto de rabia por los celos y la impotencia por no lograr su objetivo contra “Quirpa”, el marido celoso, dicen, lanzo este verso: “... si has llegado a estos lares, viniendo desde tan lejos, ya se te acabo el carburo, tu eres un pobre pendejo y que se sepa en Caracas también en el mundo entero que aquí en Güiripa señores, no quieren a los llaneros..”, he inmediatamente dando un salto felino, puñal en mano, de un solo tajo corto las 32 cuerdas del arpa que con maestría tocaba “Quirpa”, y es así como se prende el berenjenal, “Quirpa” como buen llanero, se enfrento a puño limpio contra quien ozó dañar su arpa, en medio de la trifulca “Quirpa” recibe certera puñalada, que le quita la vida en el acto. El Guitarrero en defensa de su patrón y compañero de parranda sale en su defensa, pero también es herido, dicen, recibió hasta dieciséis puñaladas, salvando la vida de puro milagro.
Cuentan, que después de la escaramuza, todo quedó en silencio, y en medio de la semioscuridad, solo se destacaban dos cuerpos tendidos sobre la tierra, el de “QUIRPA” y “EL GUITARRERO”, y la sangre que fluía de las heridas, llegaba hasta el río, tiñendo las aguas de rojo, los cuales serpenteaban corriente abajo, siguiendo su propio cause.